Discursos enfrentados con personalidades opuestas, pero empatados en las urnas. Así podríamos definir la relación entre Hillary Clinton y Donald Trump aunque, desde ahora, Hillary aparece como clara vencedora. O por lo menos así lo muestra la gran mayoría de medios de comunicación y analista políticos tras el debate televisado de ayer y también, por qué no decirlo, para muchos latinos que viven en el país estadounidense.
En horario de máxima audiencia los dos candidatos se enfrentaron cara a cara en el primer debate presidencial de la campaña moderado por Lester Holt, periodista de la cadena NBC, quien inexplicablemente no tocó ni el tema de la inmigración ni de las relaciones de Estados Unidos con México. Curiosamente los dos temas principales en los discursos del conservador y por los que precisamente no está muy aceptado entre los electores latinos.
Según una encuesta realizada por la CNN tras el debate, el 62% de los consultados dieron por ganadora a la candidata demócrata y eso que el 41% se identificó como votante demócrata mientras que el 26% lo hizo como republicano; el resto no se identificó con ninguna filiación política.
Ya de lleno en el debate no hubo ninguna sorpresa, nada que no se hubiera oído ya durante la campaña. Hillary reafirmó su búsqueda del voto de las minorías e inmigrantes y Trump volvió a defender “la ley y el orden” sobre la política exterior y de defensa de EE.UU.
Él arrancó fuerte, pero ella rápidamente le envolvió en las propias contradicciones que el magnate ha cometido durante toda la campaña y desde que hace tres décadas se convirtió en una celebrity. El resultado fue que a media hora de comenzar empezó a perder ritmo, a salirse por la tangente en temas como la divulgación de sus impuestos y a parecer extraviado en la cuestión de por qué ha tardado tanto en declarar que Barck Obama nació en EE.UU. y no en Kenia como dicen los republicanos.
Trump se recuperó al hablar sobre política exterior pero ya fue tarde. El debate tomó un tono más técnico y a eso no hay quien gane a la demócrata. Cabe destacar la audacia de Clinton por referirse a él como “Donald” en un primer juego, consciente de que el magnate lo detesta e incluso exige a los suyos llamarle “Señor Trump”.
De todas formas los expertos insisten en que, aunque Hillary Clinton haya sido la ganadora del debate, eso no se traducirá necesariamente en votos. Además todavía quedan dos debates presidenciales más y otro entre los candidatos a vicepresidente. Así que aún tienen tiempo de sacar sus armas de seducción y el próximo 8 de noviembre sabremos quién habrá conquistado el corazón de más votantes.